Cuando un familiar desapareció, María comenzó una búsqueda en la que cientos de otras mujeres, madres, esposas e hijas mexicanas también se habían embarcado en años recientes.

Tenía la esperanza de encontrarlo con vida, pero sus esfuerzos se vieron truncados cuando empezó a recibir amenazas: claros mensajes en los cuales se la presionaba para que desistiera de la búsqueda.

Perdió la esperanza de poder encontrar a su familiar vivo. Temió que algo malo podía llegar a ocurrirle, a ella o a su familia. María abandonó la comunidad en la cual vivía, cortó de raíz lo que había sido su vida hasta ese momento y se fue a la carretera. En agosto de 2020 se convirtió en una persona desplazada internamente (IDP) en México.

En años recientes cientos de miles de personas han sido forzadas a irse de sus hogares en México por diversos motivos, siendo uno de los principales la violencia en sus distintas dimensiones. El Gobierno de México reconoció oficialmente el desplazamiento forzoso en 2019 y se comprometió a abordarlo de manera integral.

"A ti alcé mis ojos. A ti que habitas en los Cielos. He aquí, como los ojos de los siervos miran la mano de sus señores, así nuestros ojos miran a Jehová nuestro Señor, hasta que tenga misericordia de nosotros. Ten misericordia de nosotros, oh Jehová, ten misericordia, pues estamos muy hastiados de desprecio, hastiada está nuestra alma del menoscabo de los soberbios”, repite María, de 42 años, rezando en un cuarto de Ciudad Juárez.

Su oración es el Salmo 122 de la Biblia. Ese librito que ella lleva consigo, además de un rosario, son algunos de los pequeños tesoros que ha conservado en medio de su sufrimiento e incertidumbre.

La oración que ella elige y recita expresa la emoción y la alegría de los peregrinos en las puertas de Jerusalén. Las está pronunciando en una ciudad fronteriza al norte de México donde ha llegado junto a su hija de once años.

The Bible and the rosary treasured by María.La Biblia y el rosario que María atesora. Photo: Christian M. Palma Montaño/OIM

Hace el viaje en compañía de su hermana y de cuatro sobrinos y sobrinas. El grupo debió separarse cuando María y su hija contrajeron COVID-19. Durante varios meses las dos se quedaron bajo supervisión médica en un albergue temporal en la ciudad establecido por la Organización Internacional para las Migraciones (OIM).

Este lugar de tránsito, también conocido con el nombre de "hotel filtro" de Ciudad Juárez, le ha brindado a cientos de personas albergue y asistencia durante la pandemia.

Newly arrived people entering the 'filter hotel. Photo: Muse Mohammed/IOM
Personas que acaban de llegar ingresan al 'hotel filtro'. Photo: Christian M. Palma Montaño/OIM

"Es muy complicado. Es difícil. Uno llega a una ciudad desconocida, no sabe adónde ir, qué hacer…uno llega sin dinero en los bolsillos y con muchas necesidades. No es fácil estar aquí en esta situación”, explica María.

"Cuando yo estaba en mi ciudad natal, escuché acerca de la COVID-19 y en verdad, no pensé que me lo iba a agarrar. Me dije a mí misma: 'Sí, es algo que existe, pero no creo que yo vaya a contagiarme”, relata. Y sin embargo ocurrió lo contrario, y la enfermedad la obligó a aislarse y a distanciarse de su familia por tres meses.

A medical assistant taking the temperature to María's daughter in front of her room at the "filter hotel".
Un enfermero le toma la temperatura a la hija de María frente a la habitación que ocupan en el "hotel filtro". Photo: Christian M. Palma Montaño/OIM

"A veces los seres humanos somos así. Pensamos que a nosotros no nos va a pasar, que nunca vamos a pescarnos nada, que nunca nos va a agarrar…”. Otra lección de humildad, otra lección de vida, otra prueba de Dios para María.

Estaba por irse del hotel cuando se comunicó con la OIM. La enfermedad la mantuvo en cuarentena por varios meses: primero le agarró a ella, luego el virus pasó a su hija. Pasaron varios días bajo supervisión médica, con las necesidades básicas cubiertas, pero extrañando mucho a sus seres queridos.

"Finalmente nos vamos a reencontrar con mi hermana y con mis sobrinos, vamos a sorprenderlos en Ciudad Juárez”, dice María. También espera muy ansiosamente poder reunirse con dos de sus hijos que viven lejos.

El más joven tiene 14 años y la está pasando mal. Vive con un tío. Sabe que concurre a la escuela y lamenta mucho no estar cerca de él cuando tiene algún inconveniente. Estar junto a su hija le sirve un poco de consuelo.

Se ponen a orar juntas cada día. La fe es su gran tesoro: “Para mí, lo que más me sostuvo en este período tan duro de mi vida, fue la espiritualidad, tener a Dios cerca de mí, enfocarme mucho en eso, en la oración, en pedirle a Dios que me sanara, sí. Para mí la espiritualidad es muy importante”, explica.

Praying inside the 'filter hotel' room.
Rezando dentro de la habitación del “hotel filtro”. Photo: Christian M. Palma Montaño/OIM

Otras personas que han llegado desde muy lejos se encuentran en Ciudad Juárez, en las instalaciones de alojamiento temporal. María sabe que esas personas han tenido que dejar sus hogares por varias razones. Cada una de ellas tiene una historia diferente y un proyecto de cambio. Les pide que no se muevan de donde están.

"No tiene sentido que vengan porque todo se ha detenido. Los mismos desafíos que uno enfrenta en su lugar de origen están presentes también aquí. Pero creo que a veces, si te están buscando, esta es tu única opción”, agrega.

Picture 6: Last moments before leaving the facility where they survived the pandemic. Photo: Muse Mohammed/IOM Los últimos momentos antes de irse de las instalaciones en las que sobrevivieron a la pandemia. Photo: Christian M. Palma Montaño/OIM

En la mochila de María y de su hija están su rosario, su Biblia, un libro con oraciones, y un par de pertenencias esenciales que siempre lleva consigo. Se sube a la camioneta que la llevará a un albergue del Gobierno en Ciudad Juárez en donde volverá a reunirse con su prima y sus sobrinos.

Photo: Muse Mohammed/IOM La hija de María con pintura en sus manos Photo: Christian M. Palma Montaño/OIM 

Antes de irse su hija cumple con un ritual en el hotel: mete las manos en pintura de color y las estampa sobre un mapa de México. Es su manera de dejar una marca de su paso por el "hotel filtro" de la misma forma que ya lo han hecho otros adolescentes, niños y niñas el día antes de su partida.

María, con su hija a su lado, comparte la lección de vida que lleva en el corazón: “Que Dios me va a sacar de esta situación, que Él me puede sacar de cualquier problema, y que uno debe siempre tener mucho coraje y nunca decir ‘no, esto nunca me va a ocurrir a mí’. A todos nos pueden ocurrir todo tipo de cosas en nuestras vidas".

Adonde quiera que vayas, adonde quiera que estés, buen viaje María.